Lunes, 17 de Noviembre de 2008 01:51
Juan José Morales
Impacto Ambiental
Treinta kilómetros al sur de Cancún, en Puerto Morelos, al borde de la carretera que conduce a Chetumal, se encuentra el Jardín Botánico Alfredo Barrera Marín, así nombrado en honor de este gran biólogo yucateco.
Quienes lo miran al paso, lo toman simplemente como un gran terreno cubierto de árboles. Pero es mucho más que eso. Es el último fragmento de la vegetación selvática original que hasta hace poco había entre Cancún y Playa del Carmen. Es también, con sus 65 hectáreas, el jardín botánico más grande de México, el único con vegetación de selva mediana subperennifolia, y uno de los pilares de la estrategia de conservación vegetal en nuestro país. Ahí, científicos de instituciones nacionales y extranjeras realizan importantes investigaciones botánicas y se mantiene una permanente actividad de educación ambiental. También, el personal del jardín trabaja en un proyecto externo para apoyar la conservación in situ de la selva en 49 ejidos de los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos en el corredor biológico que enlaza las grandes reservas de la biósfera de Sian Ka’an en Quintana Roo y Calakmul en Campeche.
Con lo dicho líneas arriba quedan más que claras la importancia y la necesidad de proteger, conservar e impulsar este gran centro científico. Sin embargo, desde hace una década pende sobre él, como espada de Damocles, la amenaza de ser convertido en centro turístico privado, con lo cual se anularía totalmente su función y se daría un golpe demoledor a la investigación, la educación y la conservación.
En efecto, en abril de 1998, el entonces gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, entregó gratuitamente a la inmobiliaria Caribe Paradise —propietaria del gran hotel El Cid— 325 hectáreas de selva y manglar, que incluían las 65 del jardín botánico, para crear un parque ecoturístico que la empresa manejaría como negocio particular, aunque se le quiso dar el cariz de parque estatal y área de conservación. La cesión se hizo mediante un Contrato de Fideicomiso Traslativo de Dominio Irrevocable signado ante el Notario Público N° 16 de Quintana Roo, Juan Ignacio Hernández Ornelas. Es un contrato leonino, que otorga todas las ventajas, derechos y beneficios a la empresa y carga al ayuntamiento de Cancún y al Gobierno del Estado una serie de obligaciones y responsabilidades sobre las cuales no vamos a entrar en detalles.
El jardín botánico fue establecido en 1984 por el Centro de Investigaciones de Quintana Roo, el CIQRO, cuando lo dirigía su fundador, el Dr. Alfredo Careaga. Al ser disuelta la institución por Mario Villanueva, su patrimonio y funciones se transfirieron a El Colegio de la Frontera Sur, Ecosur, que para tal fin creó su unidad Chetumal. Sin embargo, los valiosos terrenos del CIQRO en Puerto Morelos —un total de 1,200 hectáreas, tanto en la playa como tierra adentro— no se le entregaron formalmente a Ecosur sino que fueron objeto de oscuras transacciones y terminaron en manos privadas.
El jardín botánico, como decíamos, fue cedido a la citada empresa hotelera. Sin embargo, al parecer por falta de recursos económicos, no se concretó el proyecto del parque ecoturístico, que según pudo saberse incluía la destrucción, dragado y relleno de manglares para crear una imitación de Xochimilco. Tampoco la empresa ha tomado posesión de él y sigue siendo manejado por Ecosur, actualmente bajo la dirección de la bióloga Cecilia Elizondo. Pero la cesión de los terrenos nunca fue anulada, pese a que era de muy dudosa legalidad y a que el sucesor de Mario Villanueva, Joaquín Hendricks Díaz, prometió que lo haría.
Existe por tanto el temor de que el jardín botánico deje de existir para convertirse en hotel, fraccionamiento, parque temático o cualquier otro negocio. Por ello, hace más de un año, el 5 de junio del 2007, los 25 diputados al Congreso del Estado aprobaron por unanimidad un exhorto al Gobierno del Estado para que los terrenos del jardín sean transferidos formalmente a Ecosur a fin de garantizar la titularidad de la propiedad y su uso con fines científicos.
Hasta ahora, sin embargo, no ha habido respuesta por parte del gobernador, y sigue pendiendo la espada sobre el jardín.
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kixpachoch@yahoo.com.mx
Juan José Morales
Impacto Ambiental
Treinta kilómetros al sur de Cancún, en Puerto Morelos, al borde de la carretera que conduce a Chetumal, se encuentra el Jardín Botánico Alfredo Barrera Marín, así nombrado en honor de este gran biólogo yucateco.
Quienes lo miran al paso, lo toman simplemente como un gran terreno cubierto de árboles. Pero es mucho más que eso. Es el último fragmento de la vegetación selvática original que hasta hace poco había entre Cancún y Playa del Carmen. Es también, con sus 65 hectáreas, el jardín botánico más grande de México, el único con vegetación de selva mediana subperennifolia, y uno de los pilares de la estrategia de conservación vegetal en nuestro país. Ahí, científicos de instituciones nacionales y extranjeras realizan importantes investigaciones botánicas y se mantiene una permanente actividad de educación ambiental. También, el personal del jardín trabaja en un proyecto externo para apoyar la conservación in situ de la selva en 49 ejidos de los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos en el corredor biológico que enlaza las grandes reservas de la biósfera de Sian Ka’an en Quintana Roo y Calakmul en Campeche.
Con lo dicho líneas arriba quedan más que claras la importancia y la necesidad de proteger, conservar e impulsar este gran centro científico. Sin embargo, desde hace una década pende sobre él, como espada de Damocles, la amenaza de ser convertido en centro turístico privado, con lo cual se anularía totalmente su función y se daría un golpe demoledor a la investigación, la educación y la conservación.
En efecto, en abril de 1998, el entonces gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, entregó gratuitamente a la inmobiliaria Caribe Paradise —propietaria del gran hotel El Cid— 325 hectáreas de selva y manglar, que incluían las 65 del jardín botánico, para crear un parque ecoturístico que la empresa manejaría como negocio particular, aunque se le quiso dar el cariz de parque estatal y área de conservación. La cesión se hizo mediante un Contrato de Fideicomiso Traslativo de Dominio Irrevocable signado ante el Notario Público N° 16 de Quintana Roo, Juan Ignacio Hernández Ornelas. Es un contrato leonino, que otorga todas las ventajas, derechos y beneficios a la empresa y carga al ayuntamiento de Cancún y al Gobierno del Estado una serie de obligaciones y responsabilidades sobre las cuales no vamos a entrar en detalles.
El jardín botánico fue establecido en 1984 por el Centro de Investigaciones de Quintana Roo, el CIQRO, cuando lo dirigía su fundador, el Dr. Alfredo Careaga. Al ser disuelta la institución por Mario Villanueva, su patrimonio y funciones se transfirieron a El Colegio de la Frontera Sur, Ecosur, que para tal fin creó su unidad Chetumal. Sin embargo, los valiosos terrenos del CIQRO en Puerto Morelos —un total de 1,200 hectáreas, tanto en la playa como tierra adentro— no se le entregaron formalmente a Ecosur sino que fueron objeto de oscuras transacciones y terminaron en manos privadas.
El jardín botánico, como decíamos, fue cedido a la citada empresa hotelera. Sin embargo, al parecer por falta de recursos económicos, no se concretó el proyecto del parque ecoturístico, que según pudo saberse incluía la destrucción, dragado y relleno de manglares para crear una imitación de Xochimilco. Tampoco la empresa ha tomado posesión de él y sigue siendo manejado por Ecosur, actualmente bajo la dirección de la bióloga Cecilia Elizondo. Pero la cesión de los terrenos nunca fue anulada, pese a que era de muy dudosa legalidad y a que el sucesor de Mario Villanueva, Joaquín Hendricks Díaz, prometió que lo haría.
Existe por tanto el temor de que el jardín botánico deje de existir para convertirse en hotel, fraccionamiento, parque temático o cualquier otro negocio. Por ello, hace más de un año, el 5 de junio del 2007, los 25 diputados al Congreso del Estado aprobaron por unanimidad un exhorto al Gobierno del Estado para que los terrenos del jardín sean transferidos formalmente a Ecosur a fin de garantizar la titularidad de la propiedad y su uso con fines científicos.
Hasta ahora, sin embargo, no ha habido respuesta por parte del gobernador, y sigue pendiendo la espada sobre el jardín.
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