¿Cuál futuro para el campo mexicano?


Por: Víctor M. Quintana Silveyra

Hace tres años, un servidor analizaba cuáles eran los posibles escenarios para el futuro del campo mexicano. Entonces nos respondíamos que había tres:

1. El campo homogéneo de los negocios:
Éste es el sueño de las corporaciones trasnacionales, los grandes empresarios agrícolas mexicanos, del gobierno federal, del PAN y de parte del PRI: el campo como un gran negocio capitalista: moderno; altamente productivo gracias a los avances biotecnológicos, incluidos ahí los organismos genéticamente modificados; totalmente abierto al libre comercio, y orientado a la explotación de grandes extensiones, con una orientación al monocultivo y no a la granja diversificada. Se orienta primordialmente al lucro y la propiedad está concentrada en unas cuantas agroempresas multimillonarias. Aquí los campesinos y los indígenas ocupan tierras marginales; la producción de ellos no cuenta más que para su propia subsistencia y no pueden aspirar siquiera a emplearse como jornaleros. Este escenario sería muy probable en países con alta capacidad de inversión en el campo, con un porcentaje muy bajo de la población en el sector primario y condiciones agroclimáticas muy favorables: Estados Unidos, Francia, Australia, o hasta cierto punto Argentina. 

 2. El campo anómico y violento:
Sería el resultado más lógico de tratar de imponer a toda costa el modelo anterior en las condiciones del agro mexicano: el desorden social, la destrucción de las comunidades, de las identidades colectivas, de las formas de producción tradicionales y del medio ambiente: unas cuantas y muy grandes explotaciones prósperas junto a millones de campesinos en una miseria todavía más terrible que la actual. El agro mexicano se convertiría en un espacio tan violento como muchas de las ciudades fronterizas donde se ha impuesto el modelo maquilador y ha sentado sus reales el crimen organizado.. Por otro lado, la explotación intensiva del suelo, del agua y de los bosques, y el empleo de transgénicos y de agroquímicos tendería a provocar un colapso ambiental y productivo en diversas regiones del país, como ya se ha producido por la sobreexplotación de mantos en La Laguna , en la Costa de Hermosillo y en varias regiones de Chihuahua.

3. El campo diverso, justo y sustentable.
Es el que resultaría de triunfar el proyecto de los campesinos e indígenas organizados. Su pivote fundamental es la soberanía alimentaria: es la producción sustentable de alimentos de calidad, suficientes y de acuerdo con las tradiciones culturales de las comunidades, de las regiones, de tal manera que al tiempo que genera buenas condiciones de vida para los productores, proporciona alimentos accesibles a los consumidores y contribuye con esto a la soberanía nacional. Tiene cuatro características básicas: produce sobre todo valores de uso y no se orienta al lucro; hace un uso sustentable de los recursos naturales y conserva la biodiversidad, sobre todo la dotación genética de semillas nativas y criollas; se basa en la explotación diversificada: combinación de cultivos, ganadería de traspatio, agregación de valor mediante la transformación inicial de algunos productos por la familia campesina; y parte de los mercados locales y regionales. A contrario de lo que muchos piensan, no es un modelo excluyente: no somete a la agricultura capitalista, pero tampoco se subordina a la lógica de ésta. Como las diferentes experiencias de economía social, puede convivir con otros modelos económicos, pero su propósito es que sus beneficios se extiendan y cada vez cubra más población.

Lo que ha pasado en los últimos tres años nos dice que el escenario uno, el del campo homogéneo de los negocios es muy inestable y poco sostenible dada la enorme expulsión de mano de obra y la poca capacidad de absorción de la misma por parte de la industria; además porque resulta muy voraz de nuestros precarios recursos naturales. Este modelo de campo, es el campo para pocos, para unos cuantos, y expulsa a cientos de miles de personas hacia el segundo modelo: el del campo anómico y violento, que daña tanto a los pobres como a los ricos y termina siendo el campo para nadie, como se vive ahora en varios municipios rurales de Chihuahua, tomados por la violencia criminal e institucional los últimos años.

Entonces, dado que el campo para pocos (los ricos) no es viable, la única alternativa al campo para nadie es el campo para todos. No es el campo para los pobres solamente, pero sí donde se debe atender primero a los pobres para que ellos, los ricos y los clasemedieros puedan vivir en paz en nuestro medio rural. No hay de otra. O le entramos a construir el tercer escenario el del campo diverso, justo y sustentable o nuestro agro será un polvorín peor de lo que estamos viendo ahora.

Para esto, es necesario que los diversos niveles de gobierno y sociedad emprendamos acciones eficaces al menos en cinco ámbitos diferentes: que se fortalezcan los actores rurales, a nivel individual y colectivo, con el desarrollo de competencias, actitudes críticas, de actitudes de exigencia ante los poderes públicos y privados. Que se reconstruya el tejido social rural tan destruido por la migración, el miedo y la violencia y se fomenten relaciones de colaboración, de cooperación y convivencia. Que en el proyecto de nación, se le de al campo un lugar preferente traducido en políticas públicas y presupuestos. Que se orienten nuestras actividades del sector primario con toda prioridad a la producción de alimentos suficientes, sanos y baratos para nuestra población en un contexto mundial de cada vez mayor escasez. Y, finalmente, que se pongan en marcha ya, iniciativas gobierno-sociedad para hacer frente al cambio climático que ya nos alcanzó con sequías prolongadas y heladas severas. Acciones tales como siembra y cosecha de agua, reforestación, recuperación de suelos y de pastizales, desarrollo de fuentes alternas de energía.

Si no queremos que el campo sea tierra de nadie, hagamos realidad un campo para todos. Es amenaza, pero también esperanza.

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Víctor M. Quintana Silveyra es político, catedrático, escritor y periodista. Ha colaborado en la Opinión (Los Ángeles. EUA), La Jornada (México D.F.) readiodifusoras XEPL (Cuauhtémoc, Chih.) XEBN (Delicias, Chih.) y 860 Noticias (Juárez, Chih.). Libros publicados: 'Movimientos Populares en Chihuahua', en coautoría con Rubén Lau Rojo, UACJ 1991;'Elecciones con Alternativa', libro Colectivo, La Jornada Editores, 1993; 'Familia y Trabajo en Chihuahua', en Coautoría con Luis Reygadas y Gabriel Borunda, UACJ 1994; 'México Una Agenda para Fin de Siglo', libro colectivo, La Jornada Editores, 1996. Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), tiene una Maestría en Sociología en la Escuela de Altos Estudios Sociales en París, Francia y es candidato a doctor en Ciencias Sociales por la misma institución. Ex Diputado de la LXII Legislatura chihuahuense por el Partido de la Revolución Democrática.