Aprovechar sin defaunar

Jorge Emilio González M.13 de septiembre de 2008
La Ley General de Vida Silvestre aprobada en el 2000 y que una minoría votó en contra impuso una visión sumamente miope. Se supuso que la mejor forma de conservación sería poniéndole precio a toda la vida silvestre, a fin de motivar su aprovechamiento sustentable. Es decir, la vida silvestre se sujetaría a las fuerzas de un mercado más o menos regulado por la autoridad.De acuerdo con esta perspectiva tecnocrática, el propietario de un predio o instalación procuraría la conservación de la vida silvestre, incentivado por los ingresos que le representa el aprovechamiento de las especies a través de las Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). No obstante, nunca se observaron las distorsiones y fallas del mercado que se estaban generando con tal diseño de políticas públicas en la ley.
Las especies en peligro de extinción son altamente cotizadas por ser bienes escasos, lo que las sitúa en un riesgo mayor. Lo que los tecnócratas suelen pasar por alto son las preferencias de consumo presente y futuro de los mexicanos, quienes por razones culturales y económicas hemos preferido consumir más hoy que mañana.
Es decir, aun dentro de las UMA se suele preferir aprovechar los beneficios de capturar una especie en extinción a un alto precio el día de hoy, que conservarla para que una vez que se recupere la especie se obtenga algún beneficio mañana.
Otro problema grave es la ausencia de una adecuada vigilancia y supervisión de la autoridad ambiental, toda vez que la regulación de las UMA se basa en un sistema de confianza. La UMA que solicita el aprovechamiento de una especie debe presentar un estudio de la población de esa especie, entre otros requisitos. Dicho estudio corre a cargo de la propia UMA sin que se verifique su autenticidad o veracidad. Este esquema ha generado también increíbles casos de corrupción.
A más de 10 años que se viene aplicando esta política de aprovechamiento mercantilista, no solamente no se han recuperado las especies de vida silvestre, sino que se ha incrementado el número de especies sujetas a riesgo. En 1994 estaban enlistadas 2 mil 421 especies bajo alguna categoría de riesgo; en la norma vigente se sumaron 162 especies para llegar a 2 mil 583 y se espera un drástico incremento.
Contrario a este régimen de aprovechamiento mercantil, las especies que han sido sujetas de vedas totales sí se han recuperado. Es el caso de la ballena gris, que ahora es una especie abundante, y de diversas especies de tortugas marinas que sólo lograron recuperarse cuando se aplicó la veda total de 1990.
Por ello el Partido Verde seguirá incorporando vedas a la Ley General de Vida Silvestre en los casos que se ameriten, como las vedas a los mamíferos marinos, los primates, los manglares y los pericos y guacamayas.
Dichas vedas son aún recientes para hacer una evaluación de resultados, pero claramente facilitan la supervisión de las autoridades, promueven la conciencia ecológica y fomentan la denuncia ciudadana. Con las vedas garantizamos que en el futuro sea posible aprovechar sin defaunar, sin desaparecer la vida silvestre.
Presidente nacional del PVEM